Bmaj7 C#m7
Soy ese vicio de tu piel
EbM7 Dm7
que ya no puedes desprender
C#m7 F#
soy lo prohibido
C#m7
soy esa fiebre de tu ser
F#
que te domina sin querer
Bmaj7
soy lo prohibido
F#m B7
Soy esa noche de placer
F#m B7
la de la entrega sin papel
E
soy tu castigo
G#m C#7
porque en tu falsa intimidad
G#7 C#7
en cada abrazo que le das
C#m7 f#
sueñas conmigo.
Bmaj7 C#7
soy el pecado que te dio
Ebm7 D7
nueva ilusion en el amor
C#m7 F#
soy lo prohibido
C#m7
soy la aventura que llego
F#
para ayudarte a continuar
F#m B7
en tu camino.
E
soy ese beso que se da
Em
sin que se pueda comentar
Bmaj7
soy ese nombre que jamas
Dº
fuera de aqui pronunciaras
C#m7
soy ese amor que negaras
F#
para salvar tu dignidad
Bmaj7
soy lo prohibido...
Canción de los Amantes de JOSE ANGEL BUESA
Donde quiera en las noches se abrirá una ventana
o una puerta cualquiera de una calle lejana.
No importa dónde o cuándo... puede ser dondequiera
ni menos en otoño, ni más en primavera.
Y hoy igual que mañana, mañana igual que ayer
un hombre enloquecido besará una mujer.
Tal vez nadie lo sepa... Como tal vez un día
todos irán sabiendo lo que nadie sabía.
Y para los amantes su amor desesperado
podrá ser un delito... pero nunca un pecado.
Por eso el amor pasa por las calles desiertas
y es como un viento loco que quiere abrir las puertas
Bien saben los amantes que hay caricias que son
no una simple caricia sino una posesión.
Y que un beso... uno solo puede más que el olvido
si se juntan dos bocas en un beso prohibido.
No, un gran amor no es grande por lo mucho que dura
si se parece a un árbol reseco en la llanura.
Y los amantes saben, que sin querer siquiera
hay un amor que crece como una enredadera
Es natural que el agua de un estanque sombrío
sueñe en sus largas noches con el viaje de un río.
Y si por algo es triste la lluvia que no llueve
será porque es la lluvia condenada a ser nieve.
Es natural que un día comprendan los amantes
que no hay nunca sin siempre... que no hay después sin antes.
Y así brota en el alma la rebelión de un sueño
que es como un perro arisco que le gruñe a su dueño.
El amor... esa estrella de una sombra infinita
aunque muera cien veces... cien veces resucita
Y suele ser un niño de manos milagrosas
que rompe las cadenas y hace nacer las rosas.
Ya no habrá días turbios... ya no habrá noches malas
si hay un amor secreto que nos presta sus alas.
Y el corazón renace con renovada fe
igual que los rosales... que no saben porqué.
Donde quiera en las noches, puede abrirse una puerta
pero... tan suavemente que nadie se despierta
Puede ser en otoño... puede ser en verano
tanto un amor tardío... como un amor temprano.
Una mujer... un hombre... y un oscuro aposento
y allá afuera en la calle... sigue pasando el viento.
Y si en la noche hay algo queriendo amanecer
es simplemente un hombre que besa a una mujer.
ANGUSTIA de LAURA VICTORIA
No te vayas... Escúchame de nuevo,
antes que la tristeza de este ocaso
marque tu adiós supremo,
antes que la ternura de tus manos
prenda un hilo de nieve entre mis dedos.
No pretendo fundir en locas frases
mi desteñido sueño
ni hacer brotar de tus pupilas hondas
el dolor de una lágrima
o la angustia de un ruego,
que al nacer en tus labios fuera acaso
mi propio pensamiento.
Ya no es el fuego claro que tortura
y que hace mucho se apagó en mi cuerpo;
es el alma que vibra entre mis labios
al mirarte de lejos
y comprender que en esta tarde fría
dejas en mis pupilas
todo tu abatimiento,
y te llevas tan solo de mi angustia
la silenciosa música de un verso.
No te vayas... Escúchame de nuevo
y cuando, solo
tiendas los ojos ávidos de altura
hacia una dulce iniciación de vuelo,
sabrás por qué para tu adiós fui fría
y me volví de espaldas al recuerdo,
mientras que mis pestañas se doblaban
con una extraña floración de besos. . .
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AMOR CONDUSSE NOI AD UNA MORTE
Amar es una angustia, una pregunta,
una suspensa y luminosa duda;
es un querer saber todo lo tuyo
y a la vez un temor de al fin saberlo.
Amar es reconstruir, cuando te alejas,
tus pasos, tus silencios, tus palabras,
y pretender seguir tu pensamiento
cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas.
Amar es una cólera secreta,
una helada y diabólica soberbia.
Amar es no dormir cuando en mi lecho
sueñas entre mis brazos que te ciñen,
y odiar el sueño en que, bajo tu frente,
acaso en otros brazos te abandonas.
Amar es escuchar sobre tu pecho,
hasta colmar la oreja codiciosa,
el rumor de tu sangre y la marea
de tu respiración acompasada.
Amar es absorber tu joven savia
y juntar nuestras bocas en un cauce
hasta que de la brisa de tu aliento
se impregnen para siempre mis entrañas.
Amar es una envidia verde y muda,
una sutil y lúcida avaricia.
Amar es provocar el dulce instante
en que tu piel busca mi piel despierta;
saciar a un tiempo la avidez nocturna
y morir otra vez la misma muerte
provisional, desgarradora, oscura.
Amar es una sed, la de la llaga
que arde sin consumirse ni cerrarse,
y el hambre de una boca atormentada
que pide más y más y no se sacia.
Amar es una insólita lujuria
y una gula voraz, siempre desierta.
Pero amar es también cerrar los ojos,
dejar que el sueño invada nuestro cuerpo
como un río de olvido y de tinieblas,
y navegar sin rumbo, a la deriva:
porque amar es, al fin, una indolencia.
Xavier Villaurrutia
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